jueves, 10 de agosto de 2017
AGOSTO. HUACAS PUCLLANA Y HUALLAMARCA.
Creo, sin duda, que este ha sido el día mas frío del mes, ahora si se siente el invierno.
El mes pasado el gobierno promulgó una ley que permitirá a todos los ciudadanos entrar gratis a los museos del estado todos los primeros domingos de mes. Me parece que es algo muy acertado, incentivar el turismo interno local y desarrollar la cultura.
Paso muchas veces por la Av. Javier Prado, miles de personas pasan a diario por esta gran artería vial, y seguro muy pocas saben que a escasas cuadras de la avenida, en San Isidro, se encuentra la Huaca Huallamarca, monumento arqueológico muy bien conservado, que consiste principalmente en un gran pirámide trunca y construcciones aledañas que sirvieron de depósitos de alimentos, y en otros casos como cementerio. Hay también un Museo de sitio en donde se conservan muestras de lo encontrado en las excavaciones, como cerámicas, textiles, mates e instrumentos diversos.
Fui con mi hijo, como siempre, y nos impresionó el cuidado que se presta a la conservación de este lugar.
Desde ahí decidimos caminar la distancia que nos separaba (unas 20 cuadras) de otro monumento, esta vez en Miraflores, la Huaca Pucllana, que es un sitio arqueológico de considerable extensión, consta de una gran pirámide y varias plazas y patios, es verdaderamente extensa. Es un sitio muy bien conservado, continua aun en investigación. Existe un Museo de sitio que guarda y exhibe la colección de cientos de piezas encontradas en la zona: cerámica, tejidos, mascaras funerarias, instrumentos textiles, y otros.
Ambas huacas están construidas íntegramente en adobe y pertenecieron en un primer periodo a la Cultura Lima, luego vino un ocupación Wari, que adecuó el uso de estos sitios para enterrar a la elite de su sociedad, posteriormente con la caída de Wari la zona fue ocupada por la Cultura Ychsma, que ocupó casi todo el territorio de la costa limeña.
Casi no pudimos entrar a Pucllana, la señorita de la puerta nos dejó pasar aunque ya habían pasado algunos minutos del cierre, pero el encargado de la visita no nos dejó unirnos al grupo de visita a pesar que solo estaban a unos pasos de nosotros. Ya habíamos visto el Museo de Sitio, así que solo nos quedaba irnos y volver en otra ocasión, nos sentamos un rato a descansar y eso fue providencial, ya que otro encargado, el de seguridad, reunió a las pocas personas que no pudieron unirse al grupo ultimo, y nos llevó hasta donde estaban, le estaré siempre agradecida.
Espero el próximo primer domingo de mes para seguir recorriendo los hermosos museos de Lima.
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